PID-01. Valle del Lozoya-La Pinilla
Situación: Entre dos líneas de cumbres montañosas que son Cuerda Larga y Sierra de la Morcuera por el sur y los Montes Carpetanos por el norte (Figura 2).
Acceso: Por la A-1, tomando el desvío correspondiente a la M-604, en el punto kilométrico 19,5, entre las localidades de Lozoya y Alameda del Valle. Es posible estacionar en un camino lateral.
Descripción: El valle del Lozoya se sitúa en la Sierra de Guadarrama que forma parte del Sistema Central (el relieve más importante del centro de la Península Ibérica). El Sistema Central es una cadena orogénica intraplaca, polifásica y de doble vergencia (con una estructura en pop-up), en la que el basamento hercínico aparece implicado en la deformación (De Vicente et al., 2004), con un engrosamiento de toda la corteza.
En esta zona existen dos bloques levantados (pop-ups), que corresponden a Somosierra y Cabeza de Hierro, y un bloque deprimido (pop-down), que corresponde al valle del Lozoya; un poco más al oeste existe otro bloque hundido (el alto Manzanares). Todos estos elementos han sido activos a lo largo del Terciario, registrándose incluso un pulso importante en el Mioceno superior-Plioceno, que puede continuar en la actualidad, puesto que el centro peninsular presenta una tasa de elevación de 2 mm/año (De Vicente et al., 2004).
El valle, al igual que el resto del relieve de la Sierra de Guadarrama, es el resultado de la dinámica de bloques ocurrida a lo largo del Neógeno (como consecuencia de la reactivación tectónica alpina) y por procesos de modelado complejos que se inician a finales del Cretácico (Pedraza, 1998).
El valle del río Lozoya, encauza las aguas de numerosos arroyos y forma un incomparable marco paisajístico. Desde el punto de vista geomorfológico, los elementos básicos que forman su estructura orográfica son las cimas (nivel de cumbres), con ambiente nival, laderas rectilíneas y fondo o piedemonte con el desarrollo de vegas y elementos similares (en especial navas) (Pedraza, 1998). En las zonas altas (cimas y cumbres) predominan los fenómenos periglaciares (solifluxión y gelifracción. Las laderas y escarpes corresponden principalmente a formas de erosión, apenas recubiertas por un suelo de poco espesor; se trata de pendientes relativamente escarpadas, que se consideran desniveles de origen tectónico (IGME, 1991). Los fondos de valle tienen también un fuerte control estructural; aquí el valle del Lozoya está limitado por dos grandes sistemas de fallas; en el fondo de estos valles y en las laderas adosadas a ellos es donde se concentran los procesos deposicionales, con la generación de conos de deyección, glacis y, localmente, desarrollo de pequeños niveles de terrazas.
En el valle se desarrolla una variada vegetación (Figura 3) que en muchos casos aún conserva su fisonomía típica: Bosque mixto de fresno (Fraxinus excelsior) y melojos (Quercus pyrenaica), sabinares (Juniperus thurifera) muy densos y xerófilos y saucedas (Salix spp.) montanas. El enclave, además, alberga una rica y variada fauna. Entre los mamíferos, el zorro (Vulpes vulpes), el corzo (Capreolus capreolus), el jabalí (Sus scrofa), la nutria (Lutra lutra), el tejón (Meles meles), la ardilla (Sciurus vulgaris) o la gineta (Gennetta gennetta). Las aves también son abundantes destacando; entre otras, buitre negro (Aegypius monachus), buitre leonado (Gyps fulvus), milano real (Milvus milvus) y la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), el abejaruco (Merops apiaster), el milano negro (Milvus migrans), el águila calzada (Hieraetus pennatus) durante el estío.
Interés por áreas del conocimiento: Geología: geomorfología y tectónica; Biología: ecología.
Tipo de observación: Areal.